martes, marzo 31, 2009

Opúsculo de Nosferatu a Punto de Amanecer by Leo Zelada

INTRODUCCIÓN


Hay un infierno interior
revestido de imágenes diáfanas
que rodean a los melancólicos vampiros.
Ninfas que despliegan universos de hermosa oscuridad.
Unicornios incólumes
tras los cuales se esconden
oscuros y retorcidos dragones.

Esta es la historia de amor
entre una ninfa y un vampiro
-curioso lector-
este es el juego de los espejos y la muerte.


I


Desde la cúpula de la antigua catedral.

El Nosferatu contempla neutro
el frenesí de la urbe
alumbrada por irreales luces
como inefables colmenas de neón.

Espera lacónico
a su próxima víctima.

Él es lo epicúreo en aquel instante
la poesía oscura
el verbo profano.
El ángel negro
que perforará sensualmente
los cuellos vírgenes de las doncellas.

La poesía en sí eres Nosferatu y la metáfora primera.


II


En medio de los edificios
has logrado divisar a tu presa de hoy.

Caminando
- digo, levitando -
la pequeña ninfa
entre calles agrietadas y peatones anónimos
ha logrado dejar en sortilegio
al anonadado depredador.

Es bella
«una belleza casi inhumana»
-dirías tú-.
Bella como los rostros pálidos de los camafeos de Keats
transparente como los versos incólumes de Luisa Labé.

Sorprendido el antiguo vampiro
ha visto crecer dentro de sí
una melodía interior que creía apagada.

La ninfa huye de pronto
percibiendo por intuición algo terrorífico
y desconocido en el ambiente
-sabe que los habitantes de la noche
en los reinos de la luz se esconden -

El grita entonces desesperado:

“Ven
no escapes
¡oh fiel devota de las fuentes!
que conmigo conocerás
cielos amplios y mares eternos".

Ven:
"solo quiero acabar
con tu callada e inmutable inocencia
y romper con mis labios
la soledad suicida de tu cuerpo".

La felicidad son pequeños instantes
que uno vuelve eternos.

¿Nosferatu
en esta noche inmensa
eres tú el verdugo o la víctima?


III


Miras la noche
bebes la copa de vino
y extendiendo tus brazos desesperados
hacia el lóbrego cielo
«te amo
-exclamas-
te amo hacia la diáfana luna».

La melodía de Schönberg logra al fin doblegarte
e ingresa en ti como una ola gigantesca
colosal
épica
en tú cáustico ser.

La mano del escritor deja la pluma
bota el cigarrillo de los labios.
Se aleja impotente de la computadora
y se rompe exacta la creación.

Una lágrima negra se desliza
por tu cadavérico y pálido rostro.
Pesado como él último tramo de la noche
estéril como el inicio prístino del amanecer.

La roja araña maligna te grita ahora
con una voz aguda desde el techo:

«Estás muerto Nosferatu estás muerto
no te engañes: nunca
volverás a amar”.

Y el Nosferatu lúcido
con cierta amargura sabia
replegada en su antigua humanidad
responde:
«en los cuerpos inertes
existe el mayor movimiento».


IV


Hoy la has visto sola.
Transformada al mediodía
en la soledad de este café.
Con la profundidad de sus cabellos castaños
cayendo sobre su delicado y pálido cuello.

La has estado esperando en la penumbra del sótano
alerta entre la sombras.

La ves
y la intensidad
y ternura de sus resplandecientes ojos
con los cuales te observa
ha hecho retroceder
la perversa intención de tus afilados dientes.

El café esta oscuro y no penetra la luz del sol
y tú
inmune con un gabán negro
- el rostro calmo -
te has colocado al otro extremo de la barra.

La observas.
La contemplas como jaguar
al acecho.

Ella hace el ademán conocido de encender un cigarrillo
y tú como depredador experto
en estas lides de la seducción
aprietas raudo el encendedor en sus carnosos labios.

Ella sonríe irónicamente
y tú piensas que en mil años de vida
por los reinos de las tinieblas
no has visto algo tan espléndido y maravilloso
como el florecimiento de aquella bella sonrisa
extendida como flor de loto en sus rojos labios.
Aquella sonrisa que te ilumina
como un concierto de estrellas en la noche
por estas calles frías de neón.

La acompañas a los bosques.

«la amistad es una trampa».

La literatura escandinava
la música gótica
Baudelaire
el culto sin reservas al crepúsculo
son los inclaudicables pactos que los unen.

Las interminables pláticas en la inmensidad de la tarde
alrededor de una entrañable taza de café
recorriendo los nenúfares
y las fuentes
protegidos por la espesura de los bosques inmortales.
Allí donde no ingresa jamás
la luz abrasadora del diáfano sol.

Hoy a los pies de los rayos de la luna
Nosferatu
te has atrevido a tocar el cielo
y la has besado.


V


No hay mayor pasión que la de un poeta
ni mayor deseo
que la de un liróforo Nosferatu.

La noche resplandece ahora de un extraño brillo
cada vez que estás del brazo
de la bella Ninfa.

Es extraño ver cómo cambia todo a tu alrededor.

La luna
que alumbra misteriosa tus pasos
es ahora la luna misteriosa que luce realmente viva
y que alumbra en este instante tus pasos:
es ésta y no otra y se manifiesta eterna
aquí.

Contemplas virgen a la noche
hermosa
con la novedad y el misterio
de tu primer amor en Transilvania.

Las luciérnagas desfilan mágicas a tu alrededor.
Los árboles danzan tenues sobre sus góticos cuerpos.

Sientes vives
amas nuevamente
-eufórico vampiro-
pues no hay mayor amor
que la de un bardo Nosferatu enamorado
ni mayor placer
que el de besar el resplandeciente rostro de la ninfa
en tus azabaches labios.


VI


Todo lo dejaste por alcanzar la piedra filosofal
-ingenuo Nosferatu-
y todo lo has perdido.

Mujer clan familia amigos.

Ahora eres solo un apátrida excluido del género humano.

La noche es ahora tu hábitat.

La oscuridad el eclipse absoluto que te alumbra
y te acompañará toda la existencia
hasta la consumación incólume de los siglos.
Como aquellos largos días polares sin sol
y el manto glacial permanente
cubriendo el firmamento.

Has visto nacer y morir imperios.
Has visto desfallecer
en la inclemencia imperturbable del viento
a la soberbia raza humana
y a cientos de reyes
caer consumidos
por la insomne voracidad de los gusanos.

Como un judío errante navegaste por el mundo entero.

Felices fueron aquellos primeros siglos
sin percibir la intermitente «angustia de morir».

Mas el tedio insoportable te inundó
a la mitad del primer milenio
hasta convertirte
en lo que ahora eres:
líquen muerto
polvo inorgánico que trasunta plácido tus venas.

No hay sentimientos
eres la contemplación pura
y a pesar que intentaste en vano varios suicidios
el soplo eterno volvía a tu sangre irredenta
y con ella el terrible dolor intangible del spleen.

Hoy la vuelves a ver y te sientes vivo como al principio
y quieres morir
ser libre
amar «hasta perder el conocimiento»
sentir la brisa fresca de las mañanas
en tu pálido y verdoso rostro.
Aunque esto signifique el final de tus días.

Las palabras son extrañas aves que se lleva el Leteo.

Hoy lo has decidido.

Amanecerás contemplando el alba junto a ella
Opúsculo de un Nosferatu a punto de amanecer:
«sabes que el resplandor del sol
quemando tu piel
te redimirá».

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