viernes, agosto 14, 2009

La Senda del Dragón por Miguel Ángel Muñoz Sanjuán

Esta es una carta que me envío en su momento el destacado poeta y ensayista español Miguel Ángel Muñoz Sanjuán, a propósito de la Senda del Dragón. Me animo a publicarla en tanto creo que es una de las más profundas lecturas que se ha hecho sobre mi último poemario. Solo un riguroso poeta conocedor de la tradición poetica oriental podía entender en sus diferentes matices la poética de mi libro.



«Bajo las hojas de bronce nacía un potrillo. Un hombre puso bayas amargas en nuestras manos. Extranjero. Que pasaba. Y he aquí que llegan rumores de otras provincias, que me placen...”Te saludo, hija mía, bajo el mayor de los árboles del año”.»

“Canción”, en Anabasis de Saint-John Perse.



Estimado poeta:

He leído tu libro La senda del dragón; he preguntado, al igual que lo hace una débil voz en el poema titulado “Gu Ti Shi sobre el sendero de plata en el crepúsculo”, por esos hombres conscientes de lo que supone una muralla; he vuelto a rememorar en tu respuesta la voz poética de quien se adentra libre para arrancarle preguntas al universo, respuestas y conclusiones como esta:

«Los círculos de fuera, pequeña hada,
destruyen los bosques para ser sabios.»

Tú, que tienes el don de tratar de “tú a tú” a la aparente quietud, me has evocado por unos momentos a Du Fu cuando refiriéndose a las apariciones que el espíritu de Li Bai le hacía en sueños, escribió estos versos:

«¿Será ésta sólo una sombra inanimada,
ya que no puedes llegar de tan lejos?
La sombra surge de un bosque verde
y se va por los oscuros desfiladeros.
Oh amigo mío.
Eres un ave caída en la red,
que no puede despegar sus alas».

Y así, utilizando estos versos de Du Fu imagino oír el clamor de tus versos, como el reclamo puro de un ave, pero en este caso sí es un ave capaz de ser libre por encima de dificultades, bosques y desfiladeros, pues la ruta trazada por este libro, a priori era difícil, pero he de confesar que ha superado con creces todas mis posibles expectativas. Por ello, te expreso doblemente mi gratitud y reconocimiento: gratitud, por haber recibido de tu mano tu libro para que lo conociera; reconocimiento, porque solamente un hombre que tenga en su conciencia la voz de un poeta puede escribir:

«-Maestro ¿cómo alcanzar la sabiduría?
-Quema el papel, la pluma y el báculo.
-¿Por qué he de hacerlo?
-Siente en tu rostro el invierno».

Son muchos esos momentos iluminados por un reflejo desconocido que inunda la noche de tu poemario. Tanto en su luz como en su penumbra, se percibe en los poemas instantes tocados por la revelación de la voz que al poeta le permite decir y reconocer entre sus emociones las palabras justas para llegar a reconocer «el hermoso florecer del cerezo» y transmitirnos que «Sólo la poesía me salvará del delirio». Y ahí es donde sitúo este libro tuyo La senda del dragón, en un hermoso florecer entre esos libros que uno ve y reconoce en algún pliegue del silencio.

Gestando estas líneas, he recordado al poeta Qu Yuan, ese Ovidio chino, que hizo de las tierras extrañas en las que vivió y soñó parte y argamasa que sustentaría su obra a través del tiempo. Y así es también como tu libro hace renacer en mi imaginación esa festividad china conocida como “La barca del dragón”, en la que cada cinco de mayo, según el calendario lunar, se festeja el rescate del cadáver del suicida poeta Qy Yuan. Dice la leyenda que los aldeanos, al enterarse de que Qy Yuan se había arrojado al río Miluo y oculto su cuerpo, a la mayor brevedad lanzaron tamales al agua para que los peces se los comieran y no así el cuerpo del poeta hasta que emergiera a la superficie.

Unos sencillos y humildes tamales fueron los que pudieron preservar el recuerdo del gran poeta; así, tus sencillos poemas preservan la voz de la Poesía cuando ésta no aparece o no alcanzamos a verla. Por ello, te recordaré entre los poetas que han visitado mi alma.

Enhorabuena por este libro delicado y profundo, cercano y ajeno, extraño y familiar, pues como decía René Char: «El fruto está ciego. Es el árbol quien ve»; y sólo tú nos señalarás el resto de tu camino, y nada ni nadie más podrá ya indicarnos otra “senda del dragón” que no sea la tuya.

Recibe un fuerte abrazo y mi enhorabuena.

Miguel Ángel Muñoz Sanjuán


Miguel Ángel Muñoz Sanjuán (España, Madrid, 1961) es autor de los poemarios Una extraña tormenta (Colección Cibeles, Madrid, 1992), Las fronteras (Calambur Editorial, Madrid, 2001), Los dialectos del éxodo (Colección Monosabio, Málaga, 2007) y Cartas consulares (Calambur Editorial, Madrid, 2007). Fue organizador de las Primeras Jornadas de Joven Poesía Española en homenaje a Luis Cernuda (Madrid, 1988), y fundó y dirigió la colección de poesía Abraxas (Madrid, 1989).
Ha participado en las ediciones de la obra poética de E. E. Cummings "Buffalo Bill ha muerto" (Antología poética 1910-1962) (Hiperión, Madrid, 1996) y de Rafael Pérez Estrada "La palabra destino" (Hiperión, Madrid, 2001). En el ámbito de la prosa y el ensayo ha intervenido en la edición comentada de la obra de Enrique Gil y Carrasco El señor de Bembibre (Colección Austral, Espasa Calpe, Madrid, 2004); asimismo, ha realizado la selección y edición de los ensayos de Osip Mandelstam, Sobre la naturaleza de la palabra y otros ensayos (Árdora, Madrid, 2005), y los comentarios que acompañan al libro de Juan Carlos Mestre sobre versiones de mitos y leyendas mesoamericanas, El universo está en la noche (Editorial Casariego, Madrid, 2006).
Ha realizado la antología de la obra poética de Juan Carlos Mestre, Las estrellas para quien las trabaja (Edilesa, León, 2007).

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Hace unos días estuve leyendo algunos poemas de E. E. Cummings, y me gustaron, en concreto uno que acaba con esta frase: "Nadie, ni siquiera la lluvia tiene manos tan pequeñas". Rafael Pérez Estrada, me encanta, sobre todo su originalidad.Su poesíapertenece a la pasión del mr, como él mismo definió. En cuanto a tu libro "La senda del dragón" he leído algunos poemas que circulan por internet, pero no encuentro por ningún lado el libro. Me gustaría leerlo.

Leo Zelada dijo...

Estimado anónimo, La Senda del Dragón fue publicada el 2008 y en este momento la edición esta casi agotada. Solo encuentra algunos ejemplares en la librería El Bandido Doblemente Armado. Puede hacer allí su pedido mediante su página Web:

http://www.elbandidodoblementearmado.com/

Servido.

Anónimo dijo...

Me gustó la frase de René Char. Sin embargo, el fruto es la semilla y ésta es ciega, pero para acceder a la sabiduría, fruto dorado, es necesario haber conocido la sombra de las raíces firmes que alimenten al fruto para que éste madure. Los árboles, metáfora de la existencia, saben cuando tienen que florecer. Para recoger la flor y más tarde el fruto, es necesario llevar invierno en la mochila, eso es lo que me dijo un poeta.

Samantha dijo...

No conocía este autor, debo reconocer que estoy un poco verde en letras. Pero estoy intentando ponerme al día :)

Zayi Hernández dijo...

Me ha encantado la carta... hay personas que deberían estar hablando todo el tiempo porque saben dar uso de cada palabra... de cada sentimiento....
Besitos.

Samantha dijo...

Anda! Que despiste! Perdona! No se como lo leí que no me di ni cuenta. Volveré a leer la entrada para enterarme mejor. Gracias por la aclaración :)

Leo Zelada dijo...

Bonito trabalenguas anónimo:)

Leo Zelada dijo...

Samantha, creo que deberias leer el post por segunda vez.

Leo Zelada dijo...

Tienes razón Zayi. Besos.