EFE - Nueva York - 29/01/2008
Las principales obras del arte electrónico o media art español se exponen a partir de hoy y hasta el próximo 15 de marzo en la galería del Instituto Cervantes de Nueva York en una muestra titulada Sintopías. De la relación entre arte, ciencia y tecnología.
La muestra está organizada por el Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo (MEIAC), y se dio a conocer el pasado mes de abril en Pekín, coincidiendo con el Año de España en China, para ofrecer una visión general de esta concepción artística.
El director del MEIAC, Antonio Franco, ha explicado que la exposición, que consta de tres partes, "está pensada para ser exhibida fuera de España, porque su objetivo es la divulgación de un aspecto de la creación artística española fuera de los sectores convencionales".
Telemática, redes y formas de narrar
La primera parte del proyecto es una selección de obras que pertenecen a la colección del museo, entre las que se encuentran vídeos y piezas de arte digital en soportes interactivos y telemátios.
La segunda es una base de datos, conocida como Net España, en la que se puede encontrar toda la información relativa al arte español desarrollado a partir de nuevos medios tecnológicos, como vídeos interactivos, animación digital o arte en Cd-Rom, que los visitantes podrán consultar gratuitamente.
El tercer componente es un trabajo titulado Palabras corrientes, que reúne las obras en soporte digital de seis artistas: Dora García, Ricardo Iglesias, Marisa González, Francisco Ruiz de Infante, Daniel García Andújar y un colectivo de artistas denominado MMMM....
Este proyecto se centra en el análisis de los cambios que se están produciendo en las actuales formas de comunicación y en las posibilidades que Internet otorga como medio para cartografiar el mundo real, codificarlo y descodificarlo para hacer reflexionar a la sociedad desde la creación artística. Con ello se busca convertir Internet en el soporte para una nueva forma de narrar, comunicar e interpretar nuestro entorno a través del arte electrónico y de las diferentes estrategias visuales de los creadores.
Uno de los artistas participantes, Daniel García Andújar, ha definido su obra personal, llamada e-paisaje.org, como "una herramenta de narrativa descriptiva que busca favorecer la accesibilidad a todos los paisajes posibles". Este objetivo se alcanza mediante la elaboración de una base de datos interactiva en la que se recrean y recopilan rutas literarias y localizaciones geográficas aparecidas en la extensa narrativa en castellano, que pueden compartirse con el resto de usuarios.
15 comentarios:
Hola, Señor Zelada, me llamo Luis ¿Cómo podría conseguir tu novela? Estoy muy interesado en esa temática para realizar un guión. Saludos.
Los viejos poetas, a pesar de que cuesta -y cómo cuesta-, también debemos adecuarnos a los nuevos tiempos.
Por eso desde la semana pasada estoy aprendiendo a navegar en los blogs literarios, poco a poco -labor ardua la mía-, voy separando la paja del trigo y tengo la suerte de encontrarme con EL DIARIO DE UN DRAGÓN que, por su contenido y calidad, me hizo recordar a mis días febriles de ETICA. Luego de ese libro he publicado Ensayos sobre ingeniería y Teorema del Yu, y que tuvieron excelente acogida. Al trasladarme de Cañete a Lima, y sin tener prefijado, he estado escribiendo algunos poemas que pienso que pueden cerrar la Ética como un libro quinto. Y se titularía: Colorario: teoría de los cambios. Es un libro que está en poder la Universidad de Argentina y a quien le he legado mi novela. No tengo ningún interés prioritario por publicar ni mi poesía ni mi novela ni mis ensayos. He estado escribiendo como una cuestión de exorcismo del conocimiento para acceder a un nuevo tipo de conocimiento.
Ahora, si el tiempo y la constancia me lo permiten, tal vez me atreva a crear mi propio blog. Hasta hace poco nomás se me había ocurrido formar el Tribunal Internacional para Crímenes de Guerra, y dedicarme toda la vida a luchar por la justicia y los derechos humanos, teniendo como capital la Ética y mi libro de matemáticas. Pero eso es un decir, porque no he hecho nada por formar el Tribunal todavía, y no sé si encontraré apoyo.
El teclado de esta computadora ayuda poco y por eso termino bosquejando el recuerdo que yo mismo construyo para mí mismo: todavía no sé cómo voy a pasar a la historia. Ya quizás esté a punto de morirme, porque sufro del colesterol, puede darme un ataque cardiaco o un derrame cerebral. Lo que sé es que todo lo que he hecho está bien hecho. He hecho una buena poesía, una buena matemática, un buen ensayo y una buena novela. El cómo voy a pasar a la historia me tiene sin cuidado. Lo que me interesa y satisface es tener la conciencia tranquila, ahora que ya se emplea la palabra conciencia, de que he dedicado mi vida a producir cultura, una cultura que enaltece al hombre, y que continuamente recibo las gracias de mis lectores, muchos de los cuales son jóvenes como tú, Leo, poeta de Madrid.
E. VERASTEGUI
Luis,
Mi novela esta agotada, pero a fines del 2008 saldrá una re-edición corregida y aumentada de la misma.
Saludos.
Aunque dudo que seas Verastegui, tu mensaje esta lleno de humor sano, por eso lo he aprobado.
Poeta Zelada, la encuesta que usted formula tiene una sola respuesta: Vargas Llosa. Y como artista peruano usted debería promover una nueva encuesta: ¿quién toma la posta después de Vargas Llosa? Sería muy interesante que usted se explaye –como yo- al respecto.
Las señales que trazó Vargas Llosa en la ruta de nuestra narrativa contemporánea fueron cruciales y, en cierto sentido, definitivas: difícilmente nuestros escritores más allá de pasajeros arrebatos de etnicismo, o de los achaques chauvinistas que asomen la cabeza de vez en cuando volverán a la premodernidad que signó nuestra novela antes de la publicación de La ciudad y los perros. Si algunas huellas de Vargas Llosa habrán de resultar indelebles en esta aún naciente tradición narrativa peruana, ellas serán las lecciones cosmopolitas, la abolición de los remanentes de provincianismo, el reconocimiento de la literatura universal como una marea en la que podemos integrarnos y de la cual podemos ser parte; todo ello, en fin, bajo la forma de una certeza: la creencia de que el mundo interior de un autor puede estar ligado de modo tan cerval a su tierra y a la historia de su tierra como a la imaginación y a los paisajes íntimos de otros escritores en cualquier otra latitud, en cualquier otro tiempo. Usted sabe muy bien que Vargas Llosa puso en ese lugar totémico, como manes de su universo individual þde modo consciente en algunos casos y, en otros, de forma indeseadaþ figuras como las de Joanot Martorell, Gustave Flaubert, Jean Paul Sartre, Ernest Hemingway, Albert Camus, William Faulkner, John Dos Passos, Miguel de Cervantes o León Tolstoi. Que quienes vinieron después cambiaran esos nombres por otros es puramente circunstancial; lo esencial fue en ese momento, y sigue siendo ahora, la súbita libertad que significó para nuestros escritores la posibilidad de reconocer sus fantasmas, sus delirios y sus angustias en panoramas hasta entonces extraños, o marginados por ajenos. Es cierto que el aporte de Vargas Llosa estaba ya prefigurado en la generación del cincuenta (el europeísmo de Ribeyro, el aliento faulkneriano de Zavaleta, la apertura de Loayza a la influencia de Borges), e incluso en el tramo final de Arguedas (cuando éste se aproximó a Joyce y a Faulkner), pero es igualmente innegable que ninguno antes que él perfiló una obra artística capaz de fundir los aportes de la tradición occidental y las tendencias de la realidad peruana con la fuerza, la complejidad y la capacidad de adecuación que caracterizaron a La ciudad y los perros, y que se convirtieron en una intrincada, densa y solvente postulación estética con dos de sus libros siguientes,
La casa verde y Conversación en La Catedral. Posiblemente, entre los modelos de los que Vargas Llosa tomó los elementos básicos de su narrativa, el que con mayor facilidad y pertinencia fue asimilado por los escritores de las generaciones inmediatamente posteriores fue la obra novelística de Faulkner. Autores como Gregorio Martínez, Miguel Gutiérrez y Edgardo Rivera Martínez encontraron en los libros del norteamericano los éxitos de aplicar toda la modernidad de la técnica literaria contemporánea a una materia tan enfermiza, confusa y pasional como lo eran el sur de los Estados Unidos, al que aludía Faulkner, y el Perú en el que ellos vivían y del que ellos querían hablar. Mientras Martínez (Tierra de caléndula, 1975) y Rivera Martínez (El visitante, 1977) prefirieron no ignorar los aportes del indigenismo previo después de todo, por ejemplo, el rasgo de la multiplicidad de las voces, dejando de lado esa carga de discurso solidario que había distinguido a Arguedas, no se contradecía en nada con los modales faulknerianosþ, Gutiérrez se entregó más abiertamente a una explotación de los recursos técnicos tan obvia y exuberante que acabó por malograr su primer libro (El viejo saurio se retira, 1969), y que sólo ha sido corregida en su reaparición literaria durante los últimos años, con Hombres de caminos (1988) y, aun más, con La violencia del tiempo (1991), libro que lamentablemente peca en un terreno distinto, el del contrabando ideológico. (Cabe anotar que el mejor fruto del trabajo de Rivera Martínez se ha dado en los años noventas, con la excelente fábula panorámica de País de Jauja, 1993). A la vez que esto ocurría, otros autores proponían un camino alternativo, el de la simplicidad estilística y la concreción del lenguaje. Alfredo Bryce había sido el primero en delegar el fardo de lo patético a los demás para involucrarse más bien con los negocios de la sensibilidad; y su modelo de lenguaje (difícil reconocerlo ahora, bajo la montaña de palabras de sus últimas obras) era Hemingway. Pero también Bryce había sido el primero en mostrar que la modernidad recién importada podía asumirse como un hallazgo sin necesidad de imitar a Vargas Llosa, que podía emprenderse la vía de la adecuación buscando rutas propias, y ésa es la importancia de libros como Huerto cerrado (1968) y Un mundo para Julius (1970), donde la idea del relato de aprendizaje, revisada ya por Vargas Llosa en La ciudad y los perros y Los cachorros, mereció un tratamiento propio y original. La influencia de Hemingway þtal vez vista a través del filtro de glamour de Bryceþ sería luego observable en las primeras publicaciones de Fernando Ampuero (Mamotreto, 1974; Deliremos juntos, 1975) y habría de permanecer como un rasgo lingístico duradero en los libros de éste incluso cuando cesaran su influjo las lecturas de Burroughs, Ginsberg y Kerouac. Ampuero es el puente tendido entre los sesentas y los ochentas: la apertura hacia el desnudo lenguaje neutral de Hemingway, que emprendió en su obra inicial y profundizó con la subsecuente, fue el escalón que hizo natural la llegada de escritores como Alonso Cueto, Guillermo Niño de Guzmán e Isaac Goldemberg. Esa proximidad a Hemingway, por otra parte, funcionó a la larga como un boomerang que propició el regreso de nuestros escritores a la fuente de Vargas Llosa: Cueto lo mostró en El tigre blanco (1984), y luego en sus cuentos de estirpe urbana (La batalla del pasado, 1983; Los vestidos de una dama, 1987), con reelaboraciones formales y temáticas que incluyeron incursiones en el lenguaje clásico de Maupassant, James y Chejov. Niño de Guzmán lo tuvo más presente aun, haciendo de Vargas Llosa y Hemingway los dos referentes obligados de Caballos de medianoche (1984), un conjunto de relatos levantados sobre la base de una sorprendente economía del lenguaje. En los noventas, como ha apuntado acertadamente Miguel Gutiérrez, la novela peruana ha abierto dos sendas: por un lado, hay un cierto número de escritores que conservan el aliento épico colocado por Vargas Llosa en el centro de sus primeros libros: allí se inscriben Peter Elmore (Enigma de los cuerpos, 1995), Laura Riesco (Ximena de dos caminos, 1994), César Hildebrandt (Memoria del abismo, 1994) y Carlos Herrera (Blanco y negro, 1995). Sin duda, todos ellos comparten una misma preocupación por rescatar el afán cuestionador, la anchura intelectual y la pretensión totalizante de las novelas que Vargas Llosa escribió en los años sesentas, pero Elmore y Hildebrandt no temen tampoco la posibilidad de apropiarse del lenguaje, los mecanismos de construcción e incluso los temas de aquél, y cada uno ejercita un añadido personal con resultados apreciables. Por otra parte, un grupo de narradores ha optado por el intimismo como asunto y por la prolijidad como estilo. Abelardo Sánchez León (La soledad del nadador, 1996), Teresa Ruiz Rosas (El copista, 1994), Goran Tocilovac (Trilogía parisina, 1996) son los más notables en este rubro, en el que coinciden no sólo con todo un giro de la novela europea y norteamericana þque abandonó ya hace algún tiempo la aspiración monumental, en un movimiento que la conduce hacia la reducción y la introspecciónþ, sino también con los últimos trabajos de escritores anteriores: Malos modales (1994) y Bicho raro (1996), de Ampuero; Deseo de noche (1993) y Cinco para las nueve (1996), de Cueto. (Curiosamente, un sector de la crítica que ha denostado a Vargas Llosa por la renuncia a la novela total en sus obras posteriores a La guerra del fin del mundo, aplaude la aparición de los libros mencionados). Existe además un aún incipiente conjunto de autores que viene definiendo su propia labor dentro de los márgenes mencionados: Iván Thays, Javier Arévalo y Mario Bellatín ostentan muchas más aspiraciones que resultados; óscar Malca, afanado en transmitir a nuestra narrativa los aires nuevos de Bret Easton Ellis o Ray Loriga, demuestra, ciertamente, más talento y oficio que otros jóvenes latinoamericanos que han despertado mayor atención entre el público y la crítica; Enrique Prochazka muestra una originalidad que rebasa largamente a cualquier coetáneo suyo. (Jaime Bayly, como sabemos, está entregado a la mercadotecnia y al escándalo, de ningún modo a la literatura). Es importante señalar que, incluso en los casos donde la creación literaria no alcanza un nivel especialmente lúcido, los narradores peruanos posteriores a Vargas Llosa saben un cierto número de verdades acerca de su labor: que es permisible y loable romper con las tradiciones cada vez que se pueda encontrar en una ajena lo que no se halla en la propia; que no tiene lugar ya ningún supuesto rescate étnico o folklórico si éste soslaya el carácter ecuménico y global del arte; y que, definitivamente, los intentos de resurrección de cualquier ansiedad proselitista, didáctica o magisterial que se malquiste en la obra literaria y la haga tambalear en su organicidad no caben en la literatura, pues jamás el arte puede reducirse al rol ancilar del instrumento.
E. Neyra
Sólo un consejo hasta de un conejo: todas las actividades de un poeta en su relación con los seres humanos debe ser la prolongación del acto creador, porque es necesario hacer de la vida una obra de arte y de la obra de arte un ente vivo generador de alegrías y fuerza constructiva. Un auténtico escritor que trabaje en poesía deberá escribir con toda su vida. Debe decir no a la ironía, al humor conciliador y apuntar hacia la conquista de una poesía no pequeño-burguesa.
Y cuidado con el subjetivismo, la complacencia, el ayayerismo, la panfletería. Porque siendo la experiencia de clase la que aportará el material y el campo de acción para el trabajo de un poeta, es necesario evitar la poesía de habitación, la que exprese problemáticas referidas a individualidades, a círculos amicales y familiares. Y caminar, caminar por las calles, las calles tienen un alarido permanente, es necesario escucharlo.
Decir adiós a esa tontería del “cuarto del poeta”, de “la casa frente al mar, “del jardín de los sueños”. Decir Adiós a la idiotez del romanticismo enervante. Y mucho cuidado con el baboso humor burgués y con el frívolo desplazamiento del gusto de la cretina clientela del arte: los que gustaban de la altisonancia y la palabrería hueca han dado su salto a la poesía que hace cosquillas.
Es necesario evitar los versos que buscan efecto, los poemas escritos con estos versos son poemas agotados en sus intenciones que sobornan, que preservan. Poesía hecha a ras de tierra, que relega la significación a un solo verso final. Eso se logra cuando: 1) cambia bruscamente el ritmo, 2) al afirmar o negar bruscamente lo que se venía exponiendo. Y es falso ese remate porque condiciona y premedita objetivos, busca conciliación y su construcción es fría y frívola.
De otro lado la experiencia latinoamericana del escritor latinoamericano no puede ser expresada en palabras que vienen huecas de otras literaturas ni aun con palabras vivas que sirve para expresar otras realidades. Y por supuesto no servirán los ritmos importados, ni es útil recurrir a viejas formas o arcaísmos o a un lenguaje alienado para expresar una experiencia actual
La prueba del fracaso al no expresar una experiencia latinoamericana en un lenguaje latinoamericano está en : 1) el retorno a las viejas formas y ritmos, 2) en el uso de un lenguaje arcaizante o alienado, 3) en el remedo obsesivo, y 4) en la vida alienada. Esto ha contribuido a una basta enajenación lingüística; por esa razón la creación de un nuevo lenguaje y un nuevo ritmo es la más grande tarea de los escritores de este tiempo. Y es fundamental porque sólo un nuevo lenguaje y un nuevo ritmo otorgará personalidad a la literatura latinoamericana.
Aparte de eso ninguno de nosotros debe permitir el insulto de una obra apócrifa, falsa y mentirosa, ni el insulto de una vida en donde la relación de hacer y decir no se cumpla.
La vida y la obra de un poeta debe ser un desafío, un reto permanente contra todos y contra todo lo antihistórico.
Hagamos hoy la poesía que escupa y estrangule a todo lo que obstruye e impide la realización total de un ser humano.
Y luego hagamos la poesía que apuntale esa realización.
Ambulatoria, pródiga y hacia fuera ASÍ QUEREMOS LA POESÍA. Porque la poesía sola, no existe, y si tiene que ser “hacia fuera”, es porque sólo de esa manera se da la vida: Uno es con uno solamente una mañana o una tarde, pero uno es con el mundo mañana, tarde y noche.
La poesía es de más de uno y de todo un pueblo.
La poesía se hace en contacto. Fuerte, poderosa y rebosante de energía que exprese la violencia y la rebase posibilitando un cambio, una transformación: así queremos la poesía.
Una poesía que sea el canto de lo objetivo-subjetivo vital, así la queremos.
Se trata ahora de escribir la poesía de la vida del pueblo en los términos justos en que se da esa vida, es decir vitalmente: Vivaz, vital y dinámica, con un ritmo ágil y fluyente y con un lenguaje directo, sencillo, duro y sano; así queremos la poesía que hará posible una nueva y auténtica comunicación que imponga “tensiones y rupturas y no coincidencias pasivas”.
ES TODO ESTO, ENTRE OTRAS COSAS LO QUE AL ARTE DE LA POESIA LOS NUEVOS POETAS LATINOAMERICANOS OFRECERAN.
Leyendo el comentario de Enrique Verástegui recuerdo mi primera lectura de ETICA y al respecto tengo algo que decir:el primer desafío de esta circunstancia histórica es concretizar la idea de la REVOLUCION. Todo lo demás está por debajo. No nos engañemos.
La idea más perfecta es estúpida y absolutamente innecesaria si no se concretiza. Y la medida de liberación de un hombre está dada por la asunción de la acción como única salida y por la encarnación de la apremiante necesidad del cambio que se manifestará con acciones que socaven lo establecido.
Dentro de una vieja sociedad la toma de situación y de conciencia por parte de un grupo de individuos es el Primer Acto Cultural de una Sociedad. Y ese acto primero será acechado, mediatizado, confundido, desvirtuado ante los ojos de todos por parte de los enemigos de la nueva ética. mantenerlo y orientarse hacia una amplitud más dinámica es otro desafío.
Porque definitivamente toda nueva actitud para que no se convierta en antihistórica requiere necesariamente una nueva moral y una praxis.
El avance del sub-hombre hacia el Hombre Real, y de éste al Hombre Nuevo se hará a través de esquemas, ideologías y sistemas que son y deberían ser siempre vías y nunca metas u objetivos finales.
Florentino Díaz
Lo que sucede es que luego de Vargas Llosa, la narrativa peruana mas allá de unos gaseosos triunfos internacionales, no me agrada en general. Los autores que menciona son escritores menores. Esa es la cruda realidad. Nombreme un narrador peruano contemporáneo tan interesante como Paul Auster, Luis Landero o Barry Gifford...
Uno es un buen escritor en cualquier parte del mundo. Hay que dejar el provincianismo.
Todo el orbe es poesía. Todos los objetos, los sucesos, los hechos históricos del mundo y de la individualidad merecen ser expresados con el ojo crítico de la historia. Y más aún, a los hechos trivializados por la repetición es necesario darles proyección y lugar como hechos humanos trascendentes pero siempre con el ojo crítico de la historia.
La poesía integral aspira a una totalización, donde se amalgame el todo individual con el todo universal. Es decir, materia de un poema integral es la realidad acontecida y aconteciente; y que adviene en sucesos como expresión de los enfrentamientos de las clases en pugna. Esta materia se expresa en una emoción y sus efectos concomitantes; una idea y sus efectos concomitantes, y derivados llenos de energía movilizante.
Y en este punto cabe decir que el uso directo del tiempo, del espacio, de gente, de hechos que se protagonizan o no (estas son las épocas de la sinceridad) y también recuerdos, anhelos, sensaciones, necesidades, situaciones de todo nivel son sólo elementos de la materia de un poema integral.
Saludos desde Santiago,
Héctor Hernández Montecinos
Con referente a la encuesta, segun las estadisticas de mi contador, el 70% de mis lectores son europeos( Españoles, franceses,alemanes e italianos, en ese orden),luego vieneun 10% de Estados Unidos, y un 20% son latinoamericanos. La encuesta estaba dirigida a mi publico mayoritario. Hasta ahora hay un triple empate entre Márquez,Borges y Cortazar, muy lejos esta Vargas Llosa entre los escritores latinoamericanos que mas han influido a mis lectores, que en su mayoria son escritores,editores, latinoamericanistas, o aficionados a la literatura.
Lo que impide justamente la realización plena del ser humano son las ideologias totalitarias.
En lo que si le doy la razón es que la mejor forma de respetar a la tradición poética es la busquedas de nuevas formas expresivas que den frescura y una mirada distinta a los viejos temas literarios.
La propuesta del poema integral viene desde Hora Zero hasta Neón, eso no es nada nuevo. Creo que pecas de historicista.
HOLA HAY UN POST
QUE ESTA FIRMADO CON MI NOMBRE
Y YO NO LO HE ESCRITO
COMO BROMA ME PARECE GRACIOSO
Y COMO HECHO TAMBIEN
PERO SIEMPRE QUE POSTEE
SERA DESDE MI PROPIA FIRMA
DEL BLOG COMO ESTA
SALUDOS A QUIEN LO HIZO
DE TODOS MODOS ME GUSTAN VARIAS COSAS DE LO QUE SE DICE
.h.h
Hector,
Gracias por aclarar que no eres tú. Con tu mensaje queda claro que tendre que a partir de hora verificar la identidad de los que firman sus mensajes.
Saludos.
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