Últimamente se habla del buen momento de la literatura peruana. Sin embargo es poco lo que se conoce en realidad de ella, en tanto lo que llega a conocer el público latinoamericano y español es la versión oficial, criolla y acritica de ésta. En congresos y ferias internacionales manejados por la cuestionable mafia literaria de Perú se pretende exhibir una visión de las letras peruanas vista desde los ojos de creadores más light del “parnaso” peruano.
Es mítica la falaz critica esgrimida a inicios del siglo XX por Clemente Palma contra Cesar Vallejo al cual despectivamente llamaba “Cholo” y que según Palma lo que escribía no ostentaba mayor calidad. O la miope visión de la crítica literaria peruana al no darse cuenta de la importancia del célebre poemario Trilce. Esto motivó que Vallejo nunca más regresara al país que lo vió nacer. La historia de la literatura peruana es una constante tensión entre una literatura que pretende ser cosmopolita y occidental y otra literatura que, no dejando de ser parte de la tradición literaria de occidente, agrega una temática critica y una renovación del lenguaje. El indigenismo por ejemplo fue una creación de la cultura criolla que tenía una visión costumbrista de la cultura andina y autores como Ventura García Calderón son pintorescos al tratar de reducir una compleja realidad cultural a una curiosa estampa para turistas. Así hoy en día se toca, ahora por cuestiones de Marketing, el tema de la violencia. Autores como Alonso Cueto entre otros que no me molestaré en aludir, reproducen esos viejos clichés sobre los personajes de los Andes, que salen en sus textos totalmente estereotipados. Sus descripciones sobre los lugares donde se desenvuelven sus historias literarias son poco verosímiles y por ello sus textos son superficiales. Uno tiene la libertad de fantasear y crear ficciones literarias sobre el tema de la violencia. Pero lo mínimo que se les pide, es que al menos se investigue y sus libros sobre el tema tengan alguna consistencia formal. Yo me pregunto ¿por qué nunca se invita en la mayoría de festivales internacionales de narrativa peruana a dos de los más reconocidos escritores de la nueva narrativa andina y de la violencia como Oscar Colchado o Dante Castro?
Retomando el tema de la mafia cultural criolla y la difusión de una literatura nada critica y de casi nula aventura formal, el relevo en la actualidad ha sido tomado por el “jovencísimo” narrador de 40 años Iván Thays, cuya obra no ha producido ningún texto narrativo de valor. Lo que sí ha logrado es promocionarse como “comunicador cultural”. Sin embargo es unánime que su labor literaria se ha llevado a cabo a espaldas de la dura realidad cultural y social peruana, tomando como guarida el canal de TV estatal que es propiedad de todos los peruanos. Por ello los autores que apadrine, recomiende y promocione serán en el espectro de la literatura oficial los que no dialogan con la realidad peruana. En poesía es notoria la labor desarrollada por los medios de comunicación social para tratar de desmontar las tres décadas de tradición de ruptura poética que fue iniciada en la década de los 70 por el grupo Hora Zero y termina a fines del siglo XX con el grupo Neón. Grupos poéticos que reivindicaban su mestizaje cultural y que vendrían a ser la voz de los migrantes y sus hijos en el panorama literario limeño. Poetas como Enrique Verastegui, Domingo de Ramos, Carlos Oliva son voces poéticas que poco a poco se están dando a conocer en el panorama poético internacional y que han renovado el lenguaje poético con propuestas líricas hibridas urbanas y contestatarias de los más valiosas. Lo que es peor es que poetastros como Irigoyen tengan la desfachatez de negar nuestra más rica tradición poética actual con el apoyo taimado de Thays y compañía. No es raro que en este contexto de ofensiva cultural criolla, que en el aparato crítico literario se haya tratado de soslayar la importante labor de Ricardo Gonzales Vigil. Lo que es real es que no existe crítica literaria en el Perú y lo que exista sean engendros autoritarios de internet que apoyan a esta mafia, sin mayor rigurosidad crítica como el inefable Gustavo Facheron.
Por mi parte, sin necesidad de formar parte de la cultura oficial peruana, sino de su sector independiente, he logrado tener un reconocimiento a mi obra en diversos países de América Latina y España. Empero siempre me ha interesado que se conozca la gran literatura peruana, que siempre ha estado al margen del estado, de las instituciones, de las componendas literarias criollas. Por ello a mis lectores en Latinoamérica, Estados Unidos y Europa les recomiendo leer los siguientes autores que representan lo más importante y autentico de mi país en la actualidad. En Narrativa los invito a leer a: Oswaldo Reynoso, Cesáreo Martínez, Antonio Gálvez Ronceros, Oscar Colchado, Dante Castro. Y entre los más recientes recomiendo a Jorge Ninapayta y Carlos García Miranda. En poesía cito a los poetas peruanos: Enrique Verastegui, Domingo de Ramos, Carlos Oliva, Ana Varela y entre los más jóvenes a Miguel Ángel Malpartida y Harold Alva. Mucho de los autores que menciono no son amigos míos, es más con alguno de ellos difiero en mucho de sus concepciones estéticas. Sin embargo para dar un panorama literario actual hay que tratar de ser heterodoxo en los criterios sin perder rigurosidad.
Más allá de lo pretendido por las mafias literarias en siglo XX en el Perú la obra de muchos autores como Cesar Vallejo, Cesar Moro, Alberto Hidalgo, Carlos Oquendo de Amat, Manuel Scorza, José María Arguedas, se abrió paso en el exterior. Rompiendo el cerco cultural de la cultura oficial peruana y logrando ser reconocidos como los grandes escritores que son. Así la gran literatura peruana, La Otra, se abrirá paso y quedará como el referente autentico de nuestra Literatura.
2 comentarios:
Sigo sin entender lo sigueinte:
A un escritor le interesa que lo lean; esa es una aspiración legítima. Pero ¿quiénes lo leen? Casi nadie lee literatura. Thratemberg dice que los peruanos leen un libro cada dos años, pero de todos los generos. Difícilmente encuentro gente que lee literatura por placer. En mi casa, por ejemplo, dificil es que no caiga la última de MVLl, pero no hay una costumbre de andar a la caza de nuevas novelas. Eso es en una familia que lee, imaginémonos como es en las de la gran mayoría. Los que leen literatura con frecuencia, sospecho, son otras personas con un interés particular, es decir los mismos que no necesitan que Thays promocione a alguien (en su programa de las 11pm, que ya no veo porque me quedo dormido), los mismos que no necesitan que a alguien lo premie una editorial, los mismos que no necesitan que una reseña del Comercio les diga que una novela es buena. Los que sí necesitan todo eso, no me parece que sea un grupo de lectores que a alguien pueda interesarle.
Dices: "Por ello los autores que apadrine, recomiende y promocione (Thays) serán en el espectro de la literatura oficial los que no dialogan con la realidad peruana." ¿Dialogar con la realidad peruana no debería ser dialogar con un gran número de peruanos, no con sólo un grupito interesado en la literatura?
Esta frase de Dante Castro en la entrevista en este blog me da la respuesta:
"¿Para qué queremos competir periodísticamente con los “regios”? Tenemos un público más extenso. Al final de nuestras vidas, quedaremos en la memoria de nuestro pueblo."
En esto estoy de acuerdo con él.
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