miércoles, agosto 29, 2007

La revolución no estaba a la vuelta de la esquina

3 de julio

No me gusta hablar de esto. Sin embargo escribo sobre la guerra en mi pais. Leyendo mi diario tengo la impresiòn de que no ahondo en el tema por que tengo temor a que se descosa una herida y empieze la sangre a manar incesamente, hasta ahogarme en mis lagrimas. Pero intentare hacerlo.
Por Soledad, había ingresado al partido. Comenze a venir casì todos los dias.Con mi ropa de colegial secundario, la mirada melancólica y unas irrefrenables ganas de conocer el mundo, era apenas un adolescente de 14 años. Como decía al comienzo de este escrito, quedé completamente enamorado. Era una mujer bella, tenía unas trenzas indias que caían sobre su sonrosado rostro, ese contraste del recogimiento andino de su cabello, y esa encantadora sonrisa con que me recibió, fueron fulminantes.
Entre mis lecturas de Javier Heraud y Cesar Vallejo buscaba el momento de observarla de reojo.Todos esos años los pasaría retirado en la biblioteca popular donde ella antes trabajaba. Llegaba temprano,subia las polvorientas escaleras que me conducian hacia mi entrañable refugio de libros viejos. Abria la puerta de madera y leia los diarios sobre la mesa.Uno a uno iban llegando los mismos lectores de siempre en su mayoria a leer las revistas y novedades de la revoluciòn por el mundo.Me hizo amigos de ellos y algunas veces les ayudaba a cuidar la sala cuando ellos se ausentaban por unos minutos.Hasta que Xavier un compañero que trabajaba con ella en la biblioteca me dijo que el se iba ausentar unos dias y si no queria ayudarlos.Yo acepte encantado.Haria lo que fuera por estar cerca de ella.Asi empeze a formar parte de la biblioteca.Mientras atendia a los lectores en su mayoria militantes del partido y dirigentes populares y modestos profesores,Soledad completaba su labor enseñandome quien era Marx,Lenin y Mao.De la lucha de los pobres contra los ricos, de la lucha de clases y la busquedad del socialismo. Yo aunque no entendia mucha de las cosas que me decia, atendia con silencio y embobada admiraciòn sus palabras. A veces luego de cerrar la biblioteca nos ibamos con Xavier y Sole a tomar te y unos pastelillos baratos como lonche a una cafeteria cercana y leiamos poemas de Benedetti,Neruda y Gonzalo Rose.
Por Soledad iría a mi primer taller de creación literaria. Allí conocería al Bo, el brasileño trotamundos, al director de cine alemán Huggo, al finlandés sociólogo Niko, a Sixto y Estrella y sus locuras teatrales. Con algunos de ellos haríamos trabajo en conjunto reflexivo sobre la cultura y actos culturales en el partido y en las zonas marginales de la ciudad para los sectores más empobrecidos. En medio de ellos, todos mayores que yo, por muchos años, leería mis primeros versos, que aún conservo en la memoria. Gracias a las palabras convincentes con que me expresara, yo diría más bien a mi ciego enamoramiento a todo lo que saliera de sus labios, transformé mi odio a la humanidad en odio al sistema.
Luego de 2 años de intenso trabajo en la biblioteca, en el partido, el taller y las zonas marginales de la ciudad, Soledad fue expulsada del partido junto con Ernesto, acusados de radicales, de formar parte de una fracción divisionista del partido que sufría del síndrome del infantilismo de izquierda y ello implicaba solo una cosa, mi musa había tomado la firme decisión de ir de la teoría a la práctica maoísta, de la ciudad al campo.Habia visto que muchas compañeros venian y hacian criticas al partido, que era momento de pasar a un estado superior de militancia, que estabamos en una situaciòn pre-revolucionaria y que habia llegado la hora de hacer la lucha armada.
Yo en aquel entonces no entendía nada, por qué la trataban de esa manera, esas divisiones hasta el infinito de las izquierdas me eran totalmente incomprensibles. Ella que siempre estaba en las marchas en primera fila, ella, la camarada que siempre ayudaba a los cumpas de provincias y era tan atenta con los compañeros que pasaban dificultades, ella que lo daba todo por la revolución. No podía creer aquello de lo que era testigo. Poco a poco fue prohibiéndose que Sole y los compañeros que venian a la biblioteca nos hablaran o que se hablara de ellos, fueron días de una desagradable tensión hasta que un día no la dejaron entrar más al local del partido. Grande fue mi sorpresa cuando un dia que iba a la biblioteca los compañeros de la puerta del partido me miraran con cierta desconfianza y me mostraran serios una pizarra donde me decian que Sole, Javier y el resto de los compañeros que venian a la biblioteca habian sido expulsados del partido por infantilismo de izquierda y divisionistas. Un día de esos sin mayor trámite formal, lacónicamente, me dijeron que me hiciera cargo de la dirección de la biblioteca. Acepté con la secreta esperanza de que Soledad algún regresara a la biblioteca cuando las aguas se calmaran un poco. Ella nunca regresó.
Seguiría en el partido pero con ciertas dudas de convicción, en todos los lugares se cuecen habas, hasta aquí, me dijo un compañero de partido. Más surgieron otras facciones y la guerra interna se generalizó. De pronto me hallaba solo en medio del fuego cruzado de facciones que se combatían a muerte y se enfrentaban sin cuartel, de esta cruenta guerra por el poder, de esta guerra interna quedó como saldo varios compañeros fallecidos y el líder nuestro, el camarada Antonio, muerto. Yo supuestamente con el aval de Sole y Javi me quede en el partido como enlace para que otros compañeros descontentos vinieran a la nueva organizaciòn. La situaciòn en el pais era complicada, las masacres y detenciones arbitrarias se volvieron cotidianas. El combatir a la subversiòn guerrillera y sus aliados politicos se volvio una prioridad para el gobierno.
Fue en ese contexto cuando la corriente enemiga a la nuestra triunfó, ellos nos acusarían ante la opinión pública de subversivos, revelarían nuestras identidades, expulsarían a nuestros militantes y nosotros los derrotados tuvimos que partir forzados al exilio. Soledad se fue sin despedirse y no sabía como localizarla, no sabía de su dirección, ni ella sabía la mía tampoco. Había que tener medidas de seguridad, nos decían, mientras uno sepa menos del otro mejor. Solo sabía de su amor a los crepúsculos y su inconfundible seudónimo.
Yo ingresaría luego a la Universidad, a la facultad de letras a estudiar literatura, ya me había desilusionado en parte del partido pero aùn por un terco aferramiento hacia mis convicciones revolucionarias,seguía, a pesar de todo, militando en él. Escribir era la única utopía viva que aún conservaba y me iba muy bien con mi carrera literaria, tanto así que volví conocido como poeta y con toda esta imagen de bohemio que proyectaba nadie podía sospechar mi militancia política paralela. Estando uno de esos días por la entrada de la facultad la vi nuevamente. Osea era cierto que habia ingresado a estudiar en mi universidad y yo recien me enteraba.

- hola Gabriel - me dijo, sorpresivamente.
- hola Soledad - le dije eufórico abrazándola- ¿qué haces acá?, ¡Qué milagro!.
- ingresé a la facultad de enfermería - me dijo - ¿y tú?
- estudio literatura
- pensé que no te vería más, qué alegría verte después de tiempo.
- a mí también me da gusto verte Gabriel, has crecido
- ahora soy adulto - le dije
- si pues, me he enterado que te has hecho poeta
- siempre lo fui, solo que no nunca te distes cuenta de ello - si supieras que fuiste la inspiración de mis primeros versos-
- que alegría Gabriel que estudies lo que te guste, de verdad - y me apretó el brazo fraternalmente.
- ¿y tú cómo estas?
- yo estoy por irme .
- pero, ¿porqué?
- tengo que viajar de fuerza.
¿Adónde respondí?- compungido
- a México, Gabriel, me voy con Huggo, así es que chiquillo, tengo que seguir mi camino. Tal vez no nos veamos un buen tiempo
- yo ya no soy un niño - le recriminé
- lo sé, Gabriel, lo sé, es más mis compañeras de facultad, son tus admiradores te llaman el muchacho misterioso de negro y la cinta roja - me dijo coqueta
- te voy extrañar.
- ya eres un muchacho grande, sólo sigue las cosas que te hemos enseñado para cuidarte
- sigo en el partido
- lo se, has lo que te diga tu corazòn
- lo haré
- ahora, eres libre.
- no lo he sido jamás- dije
-escribe cosas grandes, tienes talento no lo olvides.
- algún día escribiré sobre todo esto.
- hazlo, hazlo, pero nunca digas mi nombre
- nunca lo haré, promesa.
- no digas eso, no prometas nada.
- pero es que yo...
Ella posa suave sus manos en mis labios para que no diga nada y abrazándome fuerte me dice al oído:
- cuídate mucho Gabriel, ahora vas solo, por tu cuenta
-entiendo-respondi
-te quiero, no lo olvides.
Esa fue nuestra última conversación, el corazón se me caía a pedazos, pero no podía dar marcha al reloj , sabía que ella estaba tan destrozada como yo, no había que hacer más dura esta separación con escenas, por lo demás, vanas.
Ir de frente hacia mi destino, no más bordes, es lo que he decidido hacer.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lindo texto, el final me encanta, nóstalgico.

La sepración de dos personas que se quieren es muy triste, empero siempre algo del uno queda en el otro.

Excelente !!!

*_*

Leo Zelada dijo...

Asi es **, algo queda.

Saludos.