lunes, mayo 28, 2007

Europa by Jorge Eduardo Eilelson

Resulta fácil escribir

De ciertas cosas en Europa

Fácil por ejemplo

Decir que el tiempo en Roma

Es de mármol

Fácil escribir

Sobre la luz de Atenas

La oscuridad de Estocolmo

El mar de Capri

Fácil meditar

En un parque de Londres

Abrir una ventana en Venecia

O una puerta en Madrid

Quizás porque en Europa

Cada cual tiene su sombra

Y su esqueleto asegurado

Cada cual es un señor acostumbrado

A saborear el invierno

Con el asado tierno

Como si fuera un vino añejo

En una copa de cristal¡

Cómo es difícil en cambio

Amanecer en Santiago

Tomar un vaso de leche en La Habana

O respirar en Bogotá!

Más difícil todavía

Escribir de todo eso en Europa

En donde nadie sabe nada

Ni siquiera de sí mismo

En donde el carnicero y el lechero

Son toda la vida a duras penas

El carnicero y el lechero

Y el vecino de casa de arriba

Y el vecino de casa de abajo

Son el mismo vecino de casa apurado

Que sube o baja una escalera

Siempre con su sonrisa

Su dignidad y su camisa

Bien abotonada

Mucho más sencillo ciertamente

No recordar Bogotá

Ni Santiago ni La Habana

Pero sobre todo

No recordar el Perú

Ni su esplendor pisoteado

Ni su emplumado monarca

De perfil estrellado

Ni el Pacífico espumoso

Ni su radiante pescado

Olvidarse de la luna

Que se asoma a veces sobre Lima

Y arroja un cono de amargura

Una pirámide doliente

Hecha de polvo y llanto suspendido

No recordar ciertas calles

Ni ciertos barrios amarillos

En donde juegan silenciosos

Niños sin dientes y sin sonrisa

Arrastrando hasta la muerte

Un miserable juguete

De papel cansado

Mucho más sencillo repito

Como hacen los europeos

Seguir subiendo escaleras

Seguir bajando escaleras

Siempre con mucha prisa

Una amable sonrisa

Y un periódico bajo el brazo

O mejor todavía

No subir ni bajar escaleras

No leer el periódico nuevo

Ni el periódico viejo

No recordar el Perú

Olvidarse de Lima para siempre

Pero también de Florencia

De París y de Roma

No arrodillarse ante Venecia

Ni ante su mar Tintoretto

Ni ante su cielo violeta

No sonreír con Leonardo

No emborracharse con Bach

No amanecer con Rimbaud

En Europa

No venerar sus columnas

Sus palacios ni sus templos

Sus jardines ni sus libros

No sollozar junto al Sena

No contemplar el Tirreno

Que todo lo llena de luz

De desesperación y de espuma

No confundir sus estatuas con sus hombres

Ni sus hombres con sus estatuas

Ni la cúpula de San Pedro

Con el sombrero de Pedro


Considerar que todo esto

Ni vivir ni morir

No es ni siquiera un poema

Sino tan sólo un grito

Un miserable juguete

De papel escrito

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