Encuentros con Leopoldo María Panero, Ian Gibson y La Dama del Lago en la feria del libro de Madrid
Al final las ventas estuvieron un poco mejor que el año pasado.Pero lo que más se vende es mala literatura. Eso me confesó un amigo que atendía en uno de los puestos de la feria. El autor que más éxito tuvo fue Stieg Larsson con las dos primeras partes de su trilogía “Millenium”. A Larsson le siguió la novela Amanecer de Stephenie Meyer y La Mano de Fátima de Ildefonso Falcones. Los demás… mejor ni comentarlos.
Los días que estuve en la feria observe a diversos autores firmando sus libros. Pero solo eran dos los que me interesaba conocer. Uno de ellos era Leopoldo María Panero. Con Juanc fuimos el viernes al Retiro y oímos por altavoz que firmaba Panero en el stand de Huerga y Fierro. Al acercarme a un poeta al cual considero un genio, me asalto la idea que quizás podía decepcionarme el conocerlo. Pero Juanc insistió y preguntó si Leopoldo firmaba.
Apareció Panero diciéndome como me llamaba y me firmó un libro. Yo tengo una política y es no comprar ningún poemario a un poeta vivo. Sin embargo, al ver que no había ninguna otra persona en la cola, me dio un poco de pena y le compre el libro por solidaridad. Pero también porque considero que es un gran poeta. A veces las reglas están para romperlas. Me pregunto de donde era y yo le dije que de Perú. Me dijo si lo podía invitar a mi país. Yo le dije que sí. Luego se acercó Antonio Huerga y me expreso que para aceptar invitaciones al exterior tenía que pagarle el pasaje en avión, el hotel, una cantidad al número de cuenta de Panero y contratar a alguien que lo cuidara. Bueno, parecía que estuviera invitando a una estrella de rock y no a un poeta. Leopoldo de pronto me empezó a leer unos versos de Vallejo y luego ante su sorpresa terminé yo el poema de memoria. Antonio Huerga aplaudió y dijo: “Muy buena improvisación de ambos”. Panero encendía un cigarrillo le daba dos pitadas y luego los arrobaba al piso. Tenía 7 cajetillas de cigarros cerca. Había un ambiente denso y pesado. Se le veía desamparado, fragmentario y oscuro. Yo dentro de mí pensé: “Yo jamás acabaré como él”. Pasaron más cosas, pero prefiero guardármelas. Me dijo Leopoldo antes de irse: “Mallarmé es el asesino de la belleza”.
El viernes conocí a Ian Gibson. Mientras me firmaba su libro “Ligero de equipaje” -que trata sobre la vida de Antonio Machado- me preguntó como me llamaba y yo le dije mi seudónimo. Yo te conozco me dice. Resulta que teníamos un amigo en común: el poeta ingles Robert Gurney. Hablamos de la presentación que haríamos juntos del libro de poemas de Bob . Ian es un reconocido hispanista de origen irlandés, especialista en la vida de Lorca, Dalí y Machado. Ha sido profesor de Robert. Hablamos muchas cosas. Me dió su mail privado. Quedamos para hablar pronto. Con estos encuentros con Panero y Gibson la feria acabó para mí.
Los días que estuve en la feria observe a diversos autores firmando sus libros. Pero solo eran dos los que me interesaba conocer. Uno de ellos era Leopoldo María Panero. Con Juanc fuimos el viernes al Retiro y oímos por altavoz que firmaba Panero en el stand de Huerga y Fierro. Al acercarme a un poeta al cual considero un genio, me asalto la idea que quizás podía decepcionarme el conocerlo. Pero Juanc insistió y preguntó si Leopoldo firmaba.
Apareció Panero diciéndome como me llamaba y me firmó un libro. Yo tengo una política y es no comprar ningún poemario a un poeta vivo. Sin embargo, al ver que no había ninguna otra persona en la cola, me dio un poco de pena y le compre el libro por solidaridad. Pero también porque considero que es un gran poeta. A veces las reglas están para romperlas. Me pregunto de donde era y yo le dije que de Perú. Me dijo si lo podía invitar a mi país. Yo le dije que sí. Luego se acercó Antonio Huerga y me expreso que para aceptar invitaciones al exterior tenía que pagarle el pasaje en avión, el hotel, una cantidad al número de cuenta de Panero y contratar a alguien que lo cuidara. Bueno, parecía que estuviera invitando a una estrella de rock y no a un poeta. Leopoldo de pronto me empezó a leer unos versos de Vallejo y luego ante su sorpresa terminé yo el poema de memoria. Antonio Huerga aplaudió y dijo: “Muy buena improvisación de ambos”. Panero encendía un cigarrillo le daba dos pitadas y luego los arrobaba al piso. Tenía 7 cajetillas de cigarros cerca. Había un ambiente denso y pesado. Se le veía desamparado, fragmentario y oscuro. Yo dentro de mí pensé: “Yo jamás acabaré como él”. Pasaron más cosas, pero prefiero guardármelas. Me dijo Leopoldo antes de irse: “Mallarmé es el asesino de la belleza”.
El viernes conocí a Ian Gibson. Mientras me firmaba su libro “Ligero de equipaje” -que trata sobre la vida de Antonio Machado- me preguntó como me llamaba y yo le dije mi seudónimo. Yo te conozco me dice. Resulta que teníamos un amigo en común: el poeta ingles Robert Gurney. Hablamos de la presentación que haríamos juntos del libro de poemas de Bob . Ian es un reconocido hispanista de origen irlandés, especialista en la vida de Lorca, Dalí y Machado. Ha sido profesor de Robert. Hablamos muchas cosas. Me dió su mail privado. Quedamos para hablar pronto. Con estos encuentros con Panero y Gibson la feria acabó para mí.
Comentarios
El lago para los simbolistas representa lo inconsciente y misterioso, a través de él se accede al mundo interior. El sauce es un árbol sagrado que tiene la propiedad de curar el dolor y sólo puede echar raíces cerca del misterio del agua. El mar es el origen primigenio, fuente que da la vida perdiéndose a la vista, inconmensurable y solitario, ante la mirada del que lo contempla. La luna rige la marea y la pasión. La noche es magia y sueño. Nadie se imagina la cantidad de amor que contiene la aspiración a la belleza. Mallarmé buscaba la belleza y la pureza, el verano simbolizaba la muerte y la esterilidad creativa.
Es maravilloso que alguien encuentre la realidad del amor en una mirada, en una voz, en un libro…en definitiva, en la poesía que lo es todo.
Me gusta la lucidez, dentro de la locura que exhala Panero. Sus revelaciones son premonitorias.
Nadie se atreve a preguntar, pero a mí me mata la curiosidad. ¿Podrías decirme qué poema de Vallejo recitasteis? ¿Los Heraldos negros, quizás?
si un poeta te gusta...te esperas a que se muera...aunque bueno, siempre puedes leer su poesía aunque no compres el libro
que te saltases tu propia política te hizo pasar un buen rato y seguro que a Panero también
un saludo
Un saludo.
El poema de Vallejo es Piedra negra sobra una piedra blanca. Panero leyó la primera estrofa y yo las tres restantes.
Tal vez rompiendo esa norma hayas tenido un reecuentro con lo inesperado.
La literatura tiene eso.
Al final suelen mandar los lectores.
La buena compañia siempre endulzan los momentos.
Besos