El otoño ha llegado con su acritud. Las tardes crepusculares y el frió seco que horada nuestras gargantas. Con su aliento ha traído la lluvia y el granizo.
El domingo Paco Sevilla me invita a leer poesía en La Bohemia que está en Chueca. Llego con la voz quebrada. Aun así me fumo unos cigarrillos y empiezo a leer mis textos. De esa noche me quedo con las palabras del gran poeta Juan Carlos Mestre - el que más influencia tiene en los jovenes de España-quien me dice: “Ya me voy, gracias por tu libro, solo me he quedado a escuchar tu gran poesía”. Guadalupe Grande me felicita también y me dice antes de despedirse que la han gustado mis poemas. No hay nada más gratificante para un poeta que el elogio sincero de otros dos buenos poetas.
El martes voy a Gruta 77. Este lugar es el templo de la movida underground en España y uno de los más reconocidos a nivel internacional, donde han tocado hasta gente como el bajista de Los Ramones. Me toca el turno y me mando contra Wall Street. Leo mi poema del Unabomber. Ese día me quede hasta tarde tomando unas cervezas con varios amigos artistas que salen en dicha publicación. Conocería a Indio el dueño del local y a su vez músico, quien ha sacado recientemente un libro de poesía.
El miércoles voy a Malasaña. Pero básicamente estoy conversando en el Manuela con Sophie, una poeta y traductora norteamericana, ella ha venido a escribir un libro sobre la poeta Olvido García Valdés. De esta conversación queda claro que nos fascina Anne Carson, que ella tiene que leer a Vallejo y yo a Kenneth Koch. Me han llamado a leer dos veces en la Jam Sesión del Bukowski, pero ni me ha dado cuenta. He estado pendiente de esta interesante conversación sobre poesía norteamericana.El jueves me tocó leer en Tapas y Fotos junto a los poetas Milagros Salvador, Enrique Mercado y Batania . El local estaba lleno y la lectura fue agradable. Salvo por un incidente que sucedió y que hizo que me pusiera belicoso contra cierta parte del público. No se por que los escándalos me persiguen. El suceso fue la comidilla de la noche.
El viernes he estado en una fiesta de solteros de lo más surrealista. Pero felizmente estaba mi amiga Marissa quien me auxilio para poder llegar incólume a mi casa. El sábado he ido al cine. Luego hemos caminado con Sara hasta una terraza de Espiritu Santo. Se ha tenido que ir pronto. Me he quedado por el maldito insomnio que no permite dormir -desde hace 20 años- todas las madrugadas. He acabado la noche con Laura, su novio cubano y unos amigos en un Pub llamado “Destino”. Ironía de la ironía.
Este ha sido mi mejor año como escritor en España. Pero quizás este otoño sea el más duro que la pase mi garganta. Sin embargo me siento contento de estar en esta ciudad que es la nueva París para los escritores latinoamericanos. Me queda la dicha que cada tarde podré ir a la plaza Santa Ana a tomarme un té con Lorca. Pues con tu compañía Federico este otoño será más calido.
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