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Hoy en varias ciudades de España los poetas haremos oír nuestra voz contra la barbarie.
He arrancado al dolor belleza
Y al crepúsculo dorado he pintado de tarde
Recorro solitario las bancas de esta ciudad
Buscando en una plaza oculta la voz del poema
La soledad no es nuestro destino.
Camino por el invierno de Europa
Arropado de silencios
Y metáforas rotas.
Ausente de palabras
Me repliego como un puerco espín
En mi pudor
Mis manos frías son el otoño
Que en diciembre sangran
"Déjame abuela
Reclinarme en tu regazo"
En esta noche donde el frió
Hace temblar las más firmes certezas
Me pregunto
¿Si al horror a lo desconocido nos hizo
Inventar el fuego?
Donde he de hallar la palabra perdida
Aquella que me oculta mi primera infancia
Me sumerjo en el abismo de una voz:
- "¿Que hacer cuando el abismo
te espera al cerrar los ojos y
las palabras se vacían de significados?
- Escribir poesía. Escribir Poesía
Llevo en mi espalda
El abismo de mi ser
No, no os equivoquéis mirarse dentro
No es danzar alrededor del dolor.
La soledad es una playa desierta
Que fabulamos para no aceptar nuestro vació
Mis pasos ahora son lentos
Y pausados como la garúa
Que cae leve en las aceras
El desierto también puede ser una calle solitaria
El humo del cigarro
No atenúa mi angustia
Ni el alcohol incesante que se impregna en mis venas
Lejos de mi patria escondo mis lágrimas
En un parque retirado
Donde me devora la nostalgia
Duele tanto no tenerte
Que niego mis lágrimas
Y respirar me cuesta ahora
Tanto en estos momentos
Escribir sin retórica es lo que deseo
En estos momentos
Desnudar mi tristeza sin inútiles máscaras
Caen de los sauces hojas
Como caen de mis cabellos
Mis primeras canas
Noche es ahora el alma mía
Impregnada de sagrado silencio
Para escuchar a mí ser
Me he alejado de las calles
Y he dejado el temor
Para recluirme en mí llanto
Ausente tu cuerpo
Con mis torpes palabras – poesía-
He intentado abrazarte como se abraza la noche
Pues, cuando el sonido desaparece
Y el matiz se extingue
Aparece el poema
Solo en el amor
No nos sentimos solos.
Hoy he cumplido treinta y nueve años. Treinta y nueve años… nunca pensé llegar a esta edad. Recuerdo que cuando era niño los chicos de mi barrio que contaban con mi misma edad veían a los que tenían 14 años, como veteranos. Porque muchos de nosotros acababan apuñalados e inmersos en una circulo de muerte del cual no se podía escapar. Luego, en mi adolescencia cuando militaba en un partido de izquierda mi sueño era morir joven con un fusil en la mano, en la montaña luchando por un mundo mejor. Muchos compañeros fallecieron. Pero a esa guerra también sobreviví. Cuando ingresé a la universidad quise ser un poeta maldito y morir en una vorágine de autodestrucción. Pero fallecieron otros y yo quede vivo. Quizás por ello desee alejarme del mundo. A los 23 quise emular a Rimbaud y Gauguin y viaje 5 años a la aventura por Latinoamérica, atravesé Los Andes, El Amazonas, la selva del Darien, El Caribe y México. Hasta llegar a Los Ángeles, la ciudad del sueño Americano. Pero no había ningún rincón de este viaje donde no hubiera un vestigio de la civilización. Donde no llegaba el estado, estaba el narcotráfico y por ende el virus de la muerte.
Más, ese viaje me cambio la vida. La heroicidad del hombre sencillo que me encontré en mi travesía me devolvió el clavel azul que pensé estaba perdido. Ese clave azul que buscaba en mis largas contemplaciones por el mar de La Punta. Mi vida hace 12 años cambio. Pocos entendieron que siendo abanderado de la contracultura apoyara a Alvaro Vargas Llosa- hijo de Mario-. En lograr la unión de las diferentes sectores de la juventud para acabar con la dictadura de Fujimori. Pero en una dictadura no queda más que la unión de los demócratas. Sean de izquierda o derecha. Hacer el bien va más allá de cualquier ideología. De allí abandonaría la comisión de Juventud del congreso de la republica en el gobierno de Toledo. Cuando demostró ser no el primer presidente cholo del Perú. Sino un gobernante más que lucra con el hambre de su gente. Y considere que toda mi juventud la había dado por mi pueblo y ya era hora de pensar en mí. Haciendo lo que más placer me da en la vida: escribir.
Por eso, cuando llegué a Europa comencé a celebrar. Celebrar cada día que le voy arrancando a la muerte. Celebrar que a pesar de todo, vivo mi sueño literario de estar en Madrid. Que ahora gente de otras culturas y acentos se estremecen con el dolor de mis versos. Que me entrego al convertir en belleza el mundo absurdo que me rodea. Al convertir la fría piel del asfalto en poesía.
Agradezco los saludos que he recibidos en la comunidades de Internet a las cuales estoy adscrito. Así como los saludos de diversos amigos escritores y poetas de distintas partes del mundo. En especial los saludos recibidos por parte del poeta Jaime Siles y la escritora Ángela Vallvey.
Ayer tuve una reunión por mi cumpleaños. Estuvo la poeta Milagros Salvador cuya obra aprecio y considero una de las mejores poetas de España También Rolando Vera Portocarrero quien no me cansare de repetirlo es la imagen viva del poeta romántico. Mi entrañable amiga Pepa Díaz, periodista y compañera de bohemia. Paula, generosa y atenta como siempre. Que le saca tiempo a su profesión de arquitectura para estar con los artistas. Batania, el Neorrabioso, cuyo blog se ha convertido en una de mis adicciones literarias. Carlos Salem, el cual ha sido testigo de mis luces y oscuridades en el Bukowski club. Y que ahora está empezando a ver como es reconocida su obra narrativa. Hace poco gano el premio de novela en la semana negra de Gijón. Paco Sevilla, el mago de la palabra. Ayer cuando hablamos en ese bar de la Gran Vía entendí tu agonía. Me alegro que hayas ganado el premio Ojo Critico de Poesía y hayas callado a los Salieris. Y Enrique Mercado(Premio Nacional de Teatro Ciudad de Alcorcón), que es un poeta que respeto y que conmigo se ha portado como un verdadero amigo. Estas semana has estado muy cerca Enrique y te lo agradezco. Ayer le decía a Paco, no te das cuenta que en esta mesa todos nosotros amamos con intensidad la literatura. Y Paco me decía y eso que salvo Batania todos hemos ganados premios. Si, dije, pero es que no hemos perdido nuestra pureza. Que no es ausencia de maldad, sino la frescura e inocencia con la cual escribimos por primera vez y que pese al tiempo aún no la hemos perdido. Otros la llamarían la ilusión. Pero yo quiero llamarla fe. Fe en el hombre. Fe en el hombre de a pie. Al cual escribimos.
Un abrazo a todos los que me saludaron por mi cumpleaños.