Hay que vivir en España para saber de la realidad de la literatura latinoamericana. Hay mucha gente cuyas fuentes de información son solo virtuales o informes mediatizados cuyo fin es vender un producto editorial mediocre. Pero la verdad es que desde hace más de una década la mirada literaria en la península está puesta en Europa. Luego, es importante señalar la gran recepción de la literatura norteamericana. Y por impacto de la migración el redescubrimiento de las valiosas tradiciones literarias de Europa del Este y el mundo árabe.
Sin embargo es justo señalar que se ha publicado a una considerable cantidad de escritores nuevos de América Latina . Digo nuevos, en el sentido de que no son conocidos aquí.Estos no han tenido mayor incidencia en el ciudadano de a pie y en la movida literaria. Es cierto, los autores del Boom como García Márquez, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa siguen teniendo una presencia importante. Sin embargo si tú preguntas a la mayoría de escritores jóvenes cuáles autores les gustan más, te dirán Borges y Bolaño. Y no mencionan autores españoles. Eso quiere decir que la tradición latinoamericana es referencial en los autores de ahora.
En poesía, los que siguen teniendo lectores son Benedetti, Neruda, Vallejo. Pero la cruda realidad es que la mayoría de los escritores y poetas actuales de nuestra de América Latina son casi unos completos desconocidos. Salvo para un reducido grupo de excéntricos y latinoamericanistas. Algunos autores que han ido mas allá de los nombres clásicos conocidos de colegio y que tienen un cierto impacto actual son Alejandro Jodoroswski, Luis Sepúlveda, Alfredo Bryce Echenique, Gioconda Belli; y Santiago Roncagliolo es el único que ha sido un éxito de ventas entre los más jovenes. Hace poco se vendió el supuesto éxito editorial de Watanabe, pero la verdad es que la mayoría de compradores fueron sus alumnos que enseñaba en el centro cultural Residencia del 27; pasada la ola, volvió el desinterés por su obra. Sé que duele, pero no deseo mentir. Los pocos poetas latinos vivos que han logrado un cierta influencia en las letras hispanas han sido poetas que viven en Madrid, como el cubano Raúl Rivero, o en Barcelona como Cristina Peri Rossi.
Rodrigo Fresan o Sergio Pitol salen en suplementos y prensa cultural pero esos y los supuestos autores de culto, los que vienen a un recital y salen una vez en prensa y luego se van. Quiero decirles que fueron la camiseta del verano de una semana y nada más. Muchos me saldrán con el argumento de que las ventas no determinan la calidad de un autor. Pero es que esos supuestos escritores de culto no tienen mayor impacto o influencia en el universo literario de la península. Salvo para su editorial y unos cuantos acólitos fieles.
En Madrid en una misma semana pueden estar Paul Auster o Martin Amis, justo el día que cae el autor conocido latinoamericano en su país, pero que acá, salvo la recepción que ha traído su embajada, pasan sin mayor pena ni gloria. Latinoamérica actual solo existe como protagonista en un festival de Música -y no de sus letras- en la castiza plaza Cibeles dentro del marco de Viva América y el día de la “Hispanidad”.