Me he dejado llevar por un impulso irresistible y he bajado del bus. No sé donde estoy, pero la brisa fresca de estas tierras me recibe bien. Quiero llegar hacia el fondo de la vista, hacia esas montañas tan bellas. Por un camino de tierra avanzo hacia ese lugar. Este lugar me atrae con un magnetismo especial que no puedo explicar. Estoy como en trance.
Luego de caminar varios kilómetros parece que estoy a la mitad del camino, tomo un descanso. Me dirijo hacia un riachuelo cerca, entre los árboles de eucaliptos y flores rojas que caen de unas plantas extrañas. Las aves trinan alegres sobre mi cabeza y me quedo observando las aguas cristalinas del río. Me siento raro. Como si todo estuviera rodeado de una armonía especial, casi sobrehumana. Me echo sobre el pasto para disfrutar de este maravilloso instante.
En ello viendo el azul intenso, me doy cuenta de que algo extraño esta pasando. No logro percatarme, ni darme cuenta de qué precisamente. Hasta que al ver a las aves volar sobre mi cabeza me doy cuenta que no logro oír el revolotear de sus alas en el cielo. En ello veo a los árboles mover sus ramas por lo que parece ser una agradable ráfaga de viento, pero tampoco logro escuchar el sonido del viento en mis oídos. ¿Me estaré volviendo sordo? Me limpio las orejas y grande es mi sorpresa al ver a unas liebres moverse a lo lejos y no escuchar nada, en ello me dirijo preocupado hacia el riachuelo y veo el discurrir de sus aguas sobre la tierra y no logro oír nada, ¡Nada! No obstante ese silencio absoluto no impide el movimiento de la naturaleza toda. Como si estuviera llena la pradera entera de una música en la cual los sonidos no existen y menos aún los ruidos, empero lleno de una música vasta, inmensa, implícita y eterna. Tal exhibición de un fenómeno desconocido para mí, me llena de pánico, no sé que hacer. El horror al vacío me inunda y me hace correr como loco entre los árboles de eucaliptos, las flores rojas, el firmamento azul, inundado de un miedo animal hasta llegar a la carretera sin mirar hacia atrás.
¡El sonido del silencio, era demasiado!
10 comentarios:
Hermosas descripciones de la naturaleza, mezcladas con el silencio y el misterio:
"Me dirijo hacia un riachuelo cerca, entre los árboles de eucaliptos y flores rojas que caen de unas plantas extrañas. Las aves trinan alegres sobre mi cabeza y me quedo observando las aguas cristalinas del río".
leo
El silencio de las piramides, me gusto mucho el relato .Al final aterra ese silencio monacal , que sin duda , dan ganar de correr a la primera carretera . Me dio escalofrio .
MARIETTA MORALES RODRIGUEZ
leo
El silencio de las piramides, me gusto mucho el relato .Al final aterra ese silencio monacal , que sin duda , dan ganar de correr a la primera carretera . Me dio escalofrio .
MARIETTA MORALES RODRIGUEZ
Gracias usuario anonimo,en mi prosa siempre trato de que ingrese el universo magico de la poesìa.
Marietta,
Ese silencio que en sì es otro lengua,mi amigo el poeta Luis Espejo me dijo alguna vez:
"El silencio es el idioma de los angeles".
Y estoy de acuerdo con èl.
Estimado y apreciado amigo poeta.
Un relato impresionante, que sólo toma magnitud real en todos aquellos que hemos vivido la esencia del silencio y que por nuestra especial sensibildad, nos permite apreciarlo de una forma distinta. Para mi, apreciado amigo, has estado en la presencia del Universo, en el que sus diversas dimensiones se han contraído para hacerte vivirlo plenamente.
Felicidades por ello y también felicitaciones por la narración, con la que logras ubicar al lector en el centro de tu bella experiencia, gracias a su forma bien estructurada y poética.
Un abrazo desde valdivia, Chile.
Lionel
Gracias Mariu por visitar mi blog y dejar tu exacto comentario.
Un abrazo hasta Miami.
Gracias Lionel por tus Poèticosy lùcidos comentario sobre mi experiencia con el silencio.
Un abrazo hasta Chile
es cierto, el sonido del silencio puede llegar a ser mucho màs terrible que el mismo ruido...la idea es buena, va por buen camino y llegarà a ser un gran texto.
denisse
Hay algo entre la selva que produce escalofrío y a la vez atrae. Algo así me sucedió al adentrarme a la selva lacandona en el Edo. de Chiapas. Es indescriptible la sensación de vacío y soledad que se percibe, el imponente paisaje y el verde que se confunde entr los ojos. Pero aún así la belleza resalta y el miedo se desplaza a otros términos. Dejando un agradable temor recorrer el cuerpo.... Desde Yucatán, México. Mi saludo, Poeta.
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