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En esta IIIª edición de la noche de los libros en Madrid, había programadas más de 450 actividades en 123 librerías y 80 espacios culturales, pero ninguno me interesaba. No sé por qué me sentía así. Incluso mientras me encaminaba, solitario, por Fuencarral rumbo al Club Bukowski, opté por no ir a sus infaltables Jam Sesion de los miércoles. Había perdido unos días antes mi móvil, y con él todo mi directorio telefónico y me encontraba incomunicado con mis amigos. Dije, qué mierda, igual la pasará bien y cambié mi rutina literaria.
Mientras me fumaba un cigarrillo, pasaba por delante de librerías donde escritores consagrados firmaban sus libros como gallos en celo, mientras los libreros se frotaban las manos por sus ventas. La literatura es Marketing y negocio en España. Todo esto me asqueaba.
Entonces decidí, por inercia ir a la Librería El Bandido Doblemente Armado, para tomarme una caña. Grande fue mi sorpresa cuando me encontré con mi amiga madrileña Pepa, con la cual me había peleado una semana antes, y ver que nos saludábamos como si no hubiera pasado nada. También estaba el poeta cubano Alberto Lauro, el Truman Capote de la literatura latinoamericana, a quien le gusta tomarse un té con la princesa Leticia, la duquesa de Alba, Almodóvar, Masiel y demás Stars del firmamento hispánico. Fui bien recibido por ambos y su desbordante energía hizo que me sintiera mejor. Hablaría con Diego, el administrador del bandido y buen narrador, y con una pareja de lo más simpática y peculiar, el periodista y pintor mexicano Ulises y la periodista castellana lady Azul. Bueno, no sé cómo empezamos a hablar de la vocación y el oficio artístico, pero fue una conversación que, extrañamente, me resultó amena. Cuando acabamos el tema, decidimos enrumbar al bar de Joaquín Sabina, donde se realizaba un recital. Allí fuimos luego de acabar nuestra ronda de tragos.
Al entrar al bar de Sabina me hallé con que estaba casi todo el Jet Set poético allí. Luís García Montero organizaba una lectura poética donde participaron Almudena Grandes, Benjamín Prado, Eduardo Mendicutti, entre otros. Estaba por allí Chus Visor y Javier Rioyo que dirige el programa de TV dedicado a los libros Estravagario. Bueno, cuando acabó el recital formalmente, Pepa, que es de armas tomar, dijo que quería leer un poema y leyó un poema que le publiqué en la antología de poesía hispanoamericana. El cual me lo dedicó diciendo que era su maestro, el poeta maldito, etc. Ulises, quiso leer a continuación un poema mío, pero decidí subir. Luís García Montero, me cedió el paso y leí dos poemas con intensidad, no sin antes decir un par de verdades en el escenario, que imagino habrán escandalizado un poco. Cuando acabé, leyó Ulises. Junto con Pepa y él, rompimos el modo establecido de lectura, el ambiente acartonado, y logramos el desborde, el estremecimiento: El verdadero espíritu de la poesía. No se puede leer poesía como si se leyera el telediario. Más creo lo que más le dolió a los poetas consagrados del recital, es el no solo haber leído bien nuestros poemas, sino que nos hayamos ido con las chicas más bellas del lugar. Eso si, no nos perdonaron.
Nos fuimos con Ulises, Pepa, Lady Luz a seguir de marcha por Malasaña. Aquella noche robamos el fuego a los dioses otra vez y las estrellas brillaron en nuestras copas.